Eliseu Meifrèn i Roig nació en Barcelona el 24 de diciembre de 1857 y falleció en la misma ciudad en 1940. Pintor español adscrito al impresionismo. Estudió en la Escuela de la Llotja en Barcelona. Fue su maestro el pintor Antoni Caba. Completó su formación en París, a donde marchó en compañía de los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol. Es conocido sobre todo como pintor de marinas y paisajes, hechas con pinceladas sueltas y en tonos amables. Entre sus obras pueden citarse Gente de mar y El Marne (1933). Los inicios de Eliseu Meifrèn en la pintura coincidieron con los epílogos del realismo y el naturalismo como el renacimiento de la Renaixenca catalana y el modernismo: Sin embargo, nunca se inscribiría en este movimiento, aunque participó en algunas de sus manifestaciones y actividades más relevantes. Su talante viajero le llevó a recorrer medio mundo, exponiendo su trabajo en infinidad de ciudades de Europa y América que lo sitúan igualmente en la moda de su tiempo de conocer lugares exóticos. Fue en este sentido un artista cosmopolita y aventurero de donde le resta su anclaje a ciertos gustos decimononicos.
Casa en el campo”
“Casa en el campo”. Óleo sobre lienzo. Firmado “E. Meifrén” en el ángulo inferior derecho. Medidas: 47,5 x 65 cm; 63 x 80,5 cm (marco). En este lienzo el autor plasma un paisaje melancólico y solitario, dominado por la luz dorada del anochecer. En primer plano vemos un campo, movido y vibrante gracias a una pincelada larga y empastada que se va tornando más concisa y apretada según se aleja del primer término. Más allá del campo se sitúa una pequeña casa, casi totalmente oculta por la vegetación que la rodea, densos arbustos y árboles altos de troncos esbeltos. Formalmente podemos enmarcar esta obra dentro de la corriente paisajística española de finales del siglo XIX, y más concretamente con la obra de autores catalanes del momento como Eliseo Meifrèn (1859-1940) quien, partiendo de un lenguaje inicial de marcado detallismo, evolucionó hacia un estilo claramente impresionista en sus últimos años. Así, en las obras de madurez de Meifrèn vemos este mismo tratamiento puramente cromático y lumínico del paisaje, que deja a un lado la descripción minuciosa del modelo real para plasmar una impresión de la naturaleza, una imagen puramente visual y netamente plástica, en la que la pincelada suelta, empastada y precisa configura formas y espacios a base de la yuxtaposición de colores. Así, como en la obra madura de Meifrèn, aquí las formas se desdibujan y devienen pura mancha expresiva; la luz, trabajada y pensada, adquiere un renovado protagonismo, y la naturaleza adquiere una nueva dimensión atmosférica, que va más allá de la pura reproducción de la realidad
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